Reflexión del Día - Agosto 16 de 2020

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Primera Lectura:

Del libro de Isaías 56, 1.6-7

Esto dice el Señor: “Respeten el derecho, practiquen la justicia, pues ya está para llegar mi salvación, y va a revelarse mi justicia. Yo conduciré hasta mi monte santo, para llenarlos de alegría en mi casa de oración, a los extranjeros que se adhieran a mí, para servirme por amor y con el deseo de ser mis servidores; y a todos los que se abstengan de profanar el sábado y se mantengan fieles a mi alianza. Aceptaré con agrado en mi altar sus holocaustos y sus sacrificios. Porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos”.

Palabra del Señor.
Salmo Responsorial: Salmo 66

R/. Que te alaben, oh Dios, todos los pueblos de la tierra.

  • El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R/.
  • Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la Tierra. R/.
  • ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe. R/.


Evangelio según san Mateo 15, 21-28 

En cierta ocasión, salió Jesús y se fue a la región de Tiro y Sidón. Y una mujer cananea, de aquellos lugares, salió al camino y se puso a gritar: “¡Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David! Tengo una hija atormentada por el demonio”. Pero Jesús nada respondió. Entonces se acercaron los discípulos y empezaron a insistirle: “Atiéndela, que sigue gritando detrás de nosotros”. Pero Él respondió: “Yo he sido enviado solamente para las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.
Ella los alcanzó y se postró delante de Él diciendo: “¡Señor, ayúdame!”. Él le contestó: “No está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros”. Pero ella replicó: “Así es, Señor, pero los perros también comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces le respondió Jesús: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y desde esa misma hora quedó curada su hija.
Palabra del Señor.

Reflexión

En esta ocasión nos encontramos a una mujer que pedía a grandes voces “Hijo de David, apiádate de mi, mi hija es cruelmente atormentada”. Y nos damos cuenta que la respuesta del Señor es nada... no se dice absolutamente nada. La mujer persevera en su petición pero Jesús se niega; esta es de esas mamás que no se dan por vencidas. Se postra ante Él y le dice “Señor, ayúdame”.
Cuánta fe, cuánta humildad hay en esto; esta mujer le conquista el corazón al Señor y provoca uno de los mayores elogios de Él. Y el milagro que pedía, tiene una respuesta: “mujer, qué grande es tu fe; hágase como tú quieres”. Y quedó sana su hija en aquel instante. Déjame decir algo más: esa mujer es el modelo de constancia que debe meditar quienes se cansan pronto de pedir.

Dios oye de modo especial la oración de quienes saben amar, aunque alguna vez parezca que guarda silencio. Espera de nosotros un deseo ferviente, espera de nosotros más humildad, una fe firme, una esperanza grande, un amor confiado. Hoy, acerquémonos al Señor de la vida y no olvidemos aprovechar la intercesión que hace por nosotros, que aboga por nosotros.

Que este domingo y esta semana podamos aprender sobre esto ¿verdad? Y pongamos en práctica el Evangelio del día de hoy. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Feliz domingo, feliz semana.
Padre Manuel Penagos
Publicado el 15 Ago, 2020
¡Meditemos!
Agradezco que estés aquí porque
este proyecto no sería nada sin ti.

Padre Manuel Penagos

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