Reflexión del Día - Julio 12 de 2020

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Primera Lectura:

Del libro de Isaías 55, 10-11

Esto dice el Señor: “Como bajan del cielo la lluvia y la nieve, y no vuelven a subir allá sin empapar la tierra, sin fecundarla y hacerla germinar, sin producir semilla para sembrar y pan para comer, así también la Palabra que sale de mis labios no vuelve a mí sin producir efecto, sino que realiza lo que quiero y lleva a término mi encargo”.
Palabra del Señor.
Salmo Responsorial: Salmo 64

R/. En nuestro corazón sembraste, Señor, tu Palabra.

  • Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales. R/.
  • Riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes. R/.
  • Coronas el año con tus bienes, a tu paso los campos rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría. R/.
  • Las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan. R/.


♰ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 13, 1-23 ♰

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del lago. Y acudió a Él una multitud tan grande, que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y toda la gente se quedó de pie en la playa. Él les dijo muchas cosas en parábolas, como esta: “Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía tierra suficiente, y como la tierra era poco profunda, las plantas quedaron expuestas demasiado pronto. Y al salir el sol, las quemó y, como no tenían raíces, se secaron.

Otra parte cayó entre zarzas, que crecieron y la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil y fue dando fruto, del ciento, del sesenta o del treinta por uno. ¡El que tenga oídos, que oiga!”. Entonces se le acercaron los discípulos y le preguntaron: “¿Por qué les hablas en parábolas?”. Él les respondió: “Porque a ustedes Dios les ha concedido conocer los misterios de su reinado, pero a ellos no. Así, al que tiene, le darán más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, le quitarán hasta lo que tiene. Si les hablo en parábolas, es porque mirando no ven y escuchando no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: ‘Por más que escuchen, no entenderán; por más que miren no verán.

Porque la mente de este pueblo está embotada, son duros de oído, han cerrado los ojos, para no ver con los ojos, ni oír con los oídos ni entender con la mente. No quieren convertirse y que yo los cure’. Dichosos, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven, y sus oídos porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos anhelaron ver lo que están mirando, y no vieron, y oír lo que están oyendo, y no lo oyeron. Escuchen, pues, lo que significa la parábola del sembrador: Cuando uno escucha el anuncio del reinado de Dios y no lo entiende, es porque viene el Maligno y se lleva lo que ha sido sembrado en su mente. Esa semilla había caído en el camino.

El terreno pedregoso es el que escucha esa palabra y la acepta enseguida con alegría, pero no tiene raíces, sino que es inconstante; y apenas llega una tribulación o persecución a causa de la palabra, sucumbe. El terreno lleno de zarzas es el que escucha esa palabra, pero las preocupaciones de esta vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra, y se queda estéril. Por último, la tierra buena es el que escucha la palabra y la entiende; este sí da fruto: produce el ciento, el sesenta o el treinta por uno”.
Palabra del Señor.

Reflexión

Bueno, aquí hay mucha tela que cortar. Yo creo que el primer llamado que Jesús nos hace es a una profunda conversión. Jesús cuenta con que nosotros, a partir del encuentro con Él, pues cambiemos nuestra vida; transformemos, si lo puedo decir así, nuestra biografía, y seamos hombres y mujeres que lo sigamos camino de la vida buena. Hombres y mujeres que lo ayudemos en la construcción del Reino. Por eso, si miramos hoy los primeros discípulos pues nos regalan una clave esencial, vivir desapegado de todo.

Tanto en la vida de los primeros apóstoles y de los discípulos, como luego en la vida de tantos santos, el encuentro con Jesús que tuvieron los transformó. Nadie queda igual, nada sigue con su vida normal después del encuentro con Jesús. Y le hablo de manera muy especial a tantos hombres y mujeres que han tenido en su vida un momento -en su propia historia- de encuentro con el Señor; a través de un retiro…Emaús, Lazos de Amor Mariano y tantos otros…Ejercicios Ignacianos.

Yo creo que después de haberse encontrado a fondo con el Señor y de haber comenzado caminando de su mano, han encontrado sentido a sus vidas. Los primeros discípulos llamados por Cristo dejan su antigua vida, dejan las barcas, las redes, sus familias. Y aquí comienza esa conversión interna, esa conversión radical. Se toman la vida en serio. Basta únicamente mirar y les invito a leer la vida de los santos. Porque la vida de los santos, sumada al Evangelio de hoy dónde contemplamos a los primeros discípulos dejándolo todo por el Reino y convirtiendo su vida en seguimiento, nos interpela. ¿Cómo va la conversión?

Yo no sé si hay signos externos, concretos de que nuestra vida va en serio; de que estoy siendo un auténtico discípulo, que estoy asumiendo lo que mi bautismo me está pidiendo en mi vida de consagrado, como sacerdote, como religioso o religiosa. Y por eso hay que pedirle al Señor esta gracia enorme, la gracia de reconocer el llamado del Señor y de ser capaces de dejarlo todo por Él. Encomendemos a Nuestra Madre Bendita nuestra propia vida. María, auxilio de los cristianos, ruega por nosotros. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. Un abrazo fuerte, feliz domingo.
Padre Manuel Penagos
Publicado el 11 Jul, 2020
¡Meditemos!
Agradezco que estés aquí porque
este proyecto no sería nada sin ti.

Padre Manuel Penagos

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